domingo, 5 de febrero de 2012

UNA LLAMADA DESDE EL HUERTO DE MI ABUELA


Es viernes, es un día soleado,  cielo parcialmente despejado , el viento  corre suavemente de arriba abajo, generando algunos movimientos de eucaliptos, pinos, qewñas, y otras plantas mas…., que en el atardecer generan sombra en el huerto.  Por suerte el sol aun no se ha ocultado detrás de las plantas, mientras tanto no dejo de aprovechar de los rayos solares que me calientan todo la parte ventral de mi cuerpo que esta desplegado,  sobre el pasto verde  afable que crece y adorna  el huerto de la abuela, con la cabeza estribada sobre el tallo de las habas, con los pies bien entrecruzados y las manos compuestas sobre la nuca paso la tarde sin hacer nada.

A unos metros esta la frutilla con algunos frutos rojizos surtidos con un color blanquecino y amarillento, a mi derecha hay chacras de papa, mas abajo la cebada crece con unas espigas bien habituadas en formas de rombo , pienso en silencio y discreto dispares y al instante a unos metros del huerto escucho el cantar de un pájaro excéntrico, giro al lado derecho con la cabeza achatada para no interrumpir el estupendo silbido, percibo al pájaro que me echa un vistazo fijamente entre las ramas  enmarañadas del eucalipto enérgico, pero  a la vez noto que algo me incomoda en mi bolsillo derecho, es algo rudo de perfil cuadriforme, al instante se me revela el concepto de que es mi celular, avivadamente recojo mi mano derecho, introduzco justo al bolsillo, saco el celular,  me fijo la hora y son las dos de la tarde,  recuerdo y me pongo a cavilar que es la hora exacta que debo retornar al trabajo después del refrigerio todos los días, pero esta vez no es un día laborable, por tanto no debo ir a ningún lugar, el hecho me hace recordar la llamada que efectúe el día anterior a una señorita y no hubo repuesta alguna. Apresuradamente  me decido a volver a llamarla, y  busco prontamente otra vez el numero de la señorita dentro de mis contactos, la sitúo, aprieto la tecla verde de llamar, me pongo cerca de mis oídos, timbra,¡ tunnn, tunnn,tummm! Exasperado sigo escuchando, al fin la señorita me responde y logro oír su voz angelical, hablamos cosas secretas, preguntas y respuestas, platicamos entre los dos, la conversación ya van ciertos minutos, y se corta la llamada antes que nos despidiéramos con un eufonía  que tintinea pun, pun, pun!, a lamentar!!!! Miro el celular y está apagado, ¿qué paso? Indago, la batería se había descargado totalmente,  saco la batería de otro celular la coloco, la enciendo, voy consultando el crédito que me queda, análogamente la llegada de un mensaje nuevo interrumpe la consulta, mejor reviso el mensaje de texto nuevo que acaba de llegar,  leo y dice “t cuidas disfruta d tus vagaciones no t bronsees mucho en los pastitos te kiero mucho”, mas me pongo a pensar en la señorita, siento en mi cabeza que recorre un calor a todos lados, mi sangre empieza a correr fugazmente por todas mis venas,  dudo si vuelvo a llamar o no! Trato de tranquilizarme y opto  no llamarle otra vez,  y lo  propicio será que lo haga de algunos días.

Tan imprevisto  ocurriría hasta perder la memoria, por suerte  me doy cuenta que las cimas de la parte alta se han deslucido ,el cielo está nublado con las nubes fuliginosas bastante condensadas, la lluvia cae en esas partes, viene con orientación al sur,  el sol acaba de desvanecerse entre las nubes grises atormentadas sin ofrecer ningún calor al ambiente, ya hace frio, el viento ya corre  más animosamente,  los arboles ya se sacuden más vertiginosamente con movimientos elípticos a todos lados, al instante tengo que abandonar el huerto de la abuela, y dirigirme con unos pasos expeditos al lugar donde pueda asilarme y cobijarme de la lluvia maléfica que se aproxima al huerto de mi abuela.


Jaime Huamá Pérez
 UNSAAC, PUCP